Monumento a la nación |
Grande, ocupa lo mismo que Francia y España, más de un millón de km2 en el que solo viven 14 millones de personas.
Rodeado de estados a su vez grandes y a veces inestables: Sudan, Libia, República Centroafricana, Níger y Nigeria.
Eso le convierte en un socio apetecible para cualquier actor que quiera tener un aliado en una región de fronteras porosas y dispuesto a luchar contra el terrorismo o la violencia que se encuentra en los países vecinos.
Chad se mantiene en una calma ficticia. Gobernado desde 1990 por un hombre de 66 años Idriss Eby, mantuvo una apariencia democrática durante varios años pero desde hace unos años ha convertido el estado en una dictadura férrea por mucho que siga habiendo elecciones.
En 2015, el descubrimiento de petroleo en el territorio traía consigo la promesa de ingresos que nunca llegaron: la explotación del mismo era costosa y el descenso del precio del crudo no garantizaba la rentabilidad buscada.
Place de la nation |
Por otro, grupos rebeldes se posicionan en el norte contrarios al presidente. La guerra informativa impide saber si la situación es preocupante y controlan parte del territorio o si el poderoso ejercito chadiano aplastará la revuelta sin miramientos.
La semana pasada el presidente Eby viajó a Israel para fomentar acuerdos comerciales. Abiertamente reconoció que la visita tenía entre otros objetivos mejorar los intercambios en materia militar (comprar armas).
El país mantiene un delicado equilibrio en el que nadie puede aventurar que sucederá si el presidente es derrocado o una revuelta popular estalla contra el dictador.
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