51. El lago Malawi

A orillas del Lago Malawi en Junio 2004

Africa es un continente en el que abundan grandes extensiones de aguas interiores. El lago Victoria es el segundo lago de agua dulce del mundo, con casi 70.000 km2, el Tanganika, uno de los más grandes del mundo en cuanto a volumen, el lago Alberto, considerado una de las fuentes del Nilo (aunque oficialmente, el Nilo nace en el lago Tana de Etiopía, ya que se cree que el 85 % del agua que llega al Mediterraneo proviene de este lago situado en las tierras altas de Etiopía, ver foto de su nacimiento en la cascada Tis At , post nr. 17).
Grandes lagos que han servido como vías de comunicación, fuente de ingresos y delimitadores de fronteras.

El lago Malawi (Nyasa para los tanzanos, Malawi para los Malawienses) no es ni el más grande ni el más bonito, pero es uno de los lagos con mayor variedad de especies acuáticas del mundo. Su poético nombre (en chewa marawi significa "luz reflejada en el agua") también designa a uno de los países ribereños (aunque nyasa en yao, otra de las lenguas locales significa simplemente "lago").

Amanecer en el lago. Junio 2004

Descubierto por Livingstone en 1859 (¿descubierto? ¿Si un extraterrestre aterrizase en Alcorcón, diríamos que ha descubierto España?), se calcula que en el año 1000 antes de Cristo (Roma fue fundada en el 753 A.C.) ya había dado cobijo a los los Akafula, (“los que cavan y esculpen”) De estatura pigmea, eran recolectores, cazadores y algo artistas (todavía hay cuevas con escenas rupestres). Las siguientes tribus que llegaron a las orillas del lago y que reemplazaron a los Akafulas tienen un origen bantú, procedentes del centro del continente. Una de ellas los Wanda o Banda pervivieron hasta la actualidad (hoy día Banda sigue siendo un apellido común en Malawi.

El lago, con sus 560 km. ha permanecido ajeno las batallas colonizadoras, a los problemas de los habitantes de sus riberas , a los conflictos que han asolado la parte sur del continente (algún día hablaremos de Mugabe...). Sigue inalterable viendo el paso del tiempo sin más preocupaciones que la de seguir reflejando la luz en el agua.