sábado, 27 de abril de 2013

251. Colombia, la paz y la vida (I)

Plaza Bolivar. Bogotá. Abril 2013
Unas lineas desde Colombia donde llevo un par de semanas.

Lugar acogedor, cálido, gente educada, amable, pasional, simpática... cualquier tópico se queda corto. Y en uno de los sitios más bellos de la tierra tiene lugar uno de sus mayores dramas. El planeta y el ser humano es así.

El proceso de paz para acabar con el conflicto colombiano va por buen camino tal como recogen regularmente los medios de comunicación.

Es una excelente noticia que queda parcialmente empañada por  la realidad actual. La guerrilla sigue activa controlando amplias zonas del territorios. Los bancrim (es decir, los antiguos paramilitares que el anterior gobierno re calificó en "Bandas criminales" como si cambiando el nombre se acabase con el problema), siguen igual o más activos. Miles de desplazados dentro del país no pueden volver a sus hogares.

Bogotá
A pesar de los avances en el proceso de paz, Colombia sigue siendo uno de los países más minados del mundo. Los grupos armados colocan minas en los campos para evitar que las brigadas de extirpación de las plantaciones de coca entren a hacer su trabajo.

Por supuesto negarse a plantar coca tiene consecuencias sangrientas. Si encima el campesino o un animal pisa una mina, el grupo armado le exige que la pague. Aproximadamente 3.000 euros.
Equipo de Montería, Joel (con gorra), Daniel, Marta y Ana

Si las inundaciones o las crecidas mueven las minas de sitio nadie se responsabiliza que lleguen a caminos considerados seguros. Eso sí, si explotan la cuota de los 3.000 euros sigue vigente.

Todas estas dinámicas no acabarán de la noche a la mañana por muy bien que vaya el proceso de paz. Y en el mejor de los casos incluso si la guerrilla acepta entregar las armas nadie está convencido que todos los grupos acaten la orden.
Para más inri, las bandas criminales seguirán activas o peor aun: acogerán a los guerrilleros que no quieran reintegrarse en la vida civil.

La extraordinaria belleza de un país al lado de uno de los mayores dramas que sufre el ser humano. Por muy bien que vayan las cosas... no se puede silenciar la tragedia.

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