Se cumplen esta semana 30 años de la matanza de Shabra y Chatila. El 17 de septiembre de 1982, por la tarde en estos dos campamentos de refugiados palestinos situados en Líbano en Beirut Oeste, milicianos cristianos libaneses entraron para capturar a miembros de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina). 36 horas más tarde se había producido una autentica masacre. La guerra de cifras dice que entre 1.400 y 2.400 refugiados palestinos fueron asesinados a sangre fría.
¿Como fue posible? ¿Cómo físicamente se pudo conseguir tal cantidad de asesinatos en tan poco tiempo y quien lo permitió?.
Hay ya no hay tantas dudas. Ariel Sharon y el Jefe del Estado Mayor del ejercito israelí Rafael Eitan se habían reunido con los jefes de las milicias para cercar el campo, permitir el acceso a los milicianos y que estos capturasen a los terroristas para entregarlos al ejercito israelí.
Durante los dos días siguientes el ejercito israelí fue informado sobre los acontecimientos y los asesinatos sin hacer nada para impedir la masacre (sus soldados ocupaban las edificios elevados que cercaban el perímetro, veían perfectamente lo que pasaba en los campamentos). Ejecuciones, violaciones, torturas y mutilaciones se llevaron a cabo impunemente durante todas esas horas. Por la noche se iluminaban los campamentos para permitir la barbarie siendo la mayoría de las víctimas ancianos, mujeres y niños.
Ignacio Cembrero escribe en su blog (http://blogs.elpais.com/orilla-sur/2012/09/recuerdos-de-sabra-y-chatila-la-mayor-matanza-de-civiles-palestinos.html) sobre los recuerdos de esos días: "...eran las nueve de la mañana del sábado 18 de septiembre de 1982 y ya hacía calor en esos campamentos de refugiados en los suburbios meridionales de Beirut. Pero a esa hora aún ignorábamos la magnitud de lo que, 30 años después, se sigue recordando con pesar e ira en el mundo árabe....nos adentramos por alguna callejuela del campamento con las paredes salpicadas de sangre y ahí sí que encontramos a un puñado de hombres, muertos, la mayoría ancianos".
La Asamblea General de la ONU declaró el caso como "genocidio" sin ningún voto en contra. Ariel Sharon declaró que se trataba de un caso en el que unos no judíos habían matado a no judíos y que Israel no tenía nada que ver con ello (obviando que el país estaba ocupado por su ejercito y los campamentos estaban bajo su responsabilidad).
Asistí hace unos años a una proyección de la película "Vals con Bashir" (Ari Folman) organizada por el ACNUR en Madrid. La película me pareció excelente, pero en debate posterior hubo división de opiniones. El argumento: un ex soldado, el propio director, sufre pesadillas pero no recuerda lo que hizo durante la guerra ni lo que pasó en Shabra y Chatila. Tras hablar con sus ex compañeros las imágenes empiezan a regresar para acabar con imágenes reales de los momentos en que se descubrió la matanza, mujeres llorando. Parte del público aplaudió el hecho que un director israelí se atreviese con una historia que evita que caiga en el olvido. Otra parte criticó que con el "síndrome de Vietnam" (soldados atormentados por sus propias atrocidades) se intentase excusar el comportamiento del ejercito israelí (aunque se remarca claramente la culpabilidad de sus supervisores).
En cualquier caso, una historia triste y dramática que confiamos nunca más se vuelva a repetir.
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