Desde Francia, (perdón por el retraso en la actualización) habrá que echar un vistazo a la historia de la “Francophonie” y la aventura colonial de Francia en África. Oficialmente son cosas diferentes pero lo cierto es que van de la mano.
La francophonie es, estrictamente una comunidad lingüística. Pero para Francia es algo más: representa unos valores, una filosofía, una identificación de las antiguas colonias con ella.
Se cree que la primera persona que utilizó el vocablo fue Onesime Reclus en 1880 en términos puramente geográficos pero es en 1962 en un número de la revista “Esprit” que se habla de una “consciencia francófona”. La palabra y el mensaje cala en una sociedad que empieza a ver que el imperio colonial empieza a desaparecer y que quiere mantener una especie de influencia-manto protector sobre los nuevos países que alcanzan la independencia. La influencia anglófona tras la segunda Guerra Mundial había crecido tanto que era necesario crear un espíritu francófono que fuese un contrapoder a la nueva “pax anglo americana”.
Al igual que en el siglo anterior las dos potencias, Francia e Inglaterra se habían batido por conquistar los territorios ahora los dos países empezaban una batalla menos sangrienta pero importante: mantener su influencia sobre sus antiguas colonias. No se puede comparar la Commonwealth con la Francophonie pero en el fondo subyace la misma filosofía. Es cierto que la OIF (Org. Internacional de la Francophonie, fundada en 1970) se ha aprovechado de esa filosofía siendo sus objetivos más económicos y políticos que culturales y que muchos ven en ella practicas neo coloniales pero es difícil saber donde acaba la influencia política y donde empieza el sentimiento de hermandad entre países.
Esta comunidad de habla francesa tiene cadena propia, TV5 (Telecinque) y mantiene unidos mediáticamente los países en los que el francés es lengua oficial (32) o en aquellos en los que sin serlo hay una comunidad de hablantes franceses.
Es difícil saber (en general) los sentimientos de las antiguas colonias respecto a sus metrópolis. En algunos casos ignorancia, en otros indiferencia, en la mayoría resignación. Si el espíritu de los antiguos colonizadores es constructivo y reconciliador siempre es bienvenido. Si el ánimo es perpetuar la dependencia… mal vamos.
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