Una líneas-comentarios sobre la charla a la que asistí ayer
en el Ateneo de Barcelona y cuyo titulo: “Escribir sobre África, el deber de la
libertad” era clarificador (y motivante).
El antropólogo Lluis Mallart, entre otras ideas lanzaba: “
En realidad cuando escribimos, escribimos para nosotros mismos. La paradoja es
que lo escribimos sobre un lugar donde la tradición oral es muy fuerte y donde
transcribir al papel leyendas y cuentos africanos podría ser visto en esas
sociedades como una forma de colonialismo”.
Las opiniones más impactantes vinieron de la mano del
periodista Nicolás Valle. Escuchémosle:
“Llegue a África huyendo de un desamor. Empecé en Jordánia, llegué El Cairo, y de ahí al sur de Egipto para llegar a Sudan, a varios países del centro del continente y llegar a Angola.
Huyendo, huyendo, huyendo hasta que un día tras varios meses en Kigali, hablando con la gente, yendo al mercado, sintiéndome querido pensé en quedarme en África para siempre. Un 25 de diciembre, mi cumpleaños, pillé la malaria y al final tuve que volver”.
Una historia personal muy interesante. Pero aún no ha contestado porque escribe sobre África.
“Llegue a África huyendo de un desamor. Empecé en Jordánia, llegué El Cairo, y de ahí al sur de Egipto para llegar a Sudan, a varios países del centro del continente y llegar a Angola.
Huyendo, huyendo, huyendo hasta que un día tras varios meses en Kigali, hablando con la gente, yendo al mercado, sintiéndome querido pensé en quedarme en África para siempre. Un 25 de diciembre, mi cumpleaños, pillé la malaria y al final tuve que volver”.
Una historia personal muy interesante. Pero aún no ha contestado porque escribe sobre África.
Maestra escuela en Thawe. Kasungu. Malawi |
“África me permite desvelar verdades. Abrir un cajón y descubrir
cosas. Me gusta escribir sobre África
porque es como descubrir un criminal. Se ha producido un crimen y tengo que resolverlo.
Y el crimen es hablar de África a base de tópicos: de un lugar políticamente
frágil, como de un menor de edad, un lugar víctima de la violencia.
¿Quiénes somos nosotros, los europeos, con dos guerras mundiales, un holocausto, millones de muertos, los legitimados para hablar de violencia? La violencia en África es idéntica a la europea y su diferencia es que nosotros matamos con miras telescópicas y aviones no tripulados, y ellos, con lo que tienen a mano, piedras y machetes.
¿Quiénes somos nosotros, los europeos, con dos guerras mundiales, un holocausto, millones de muertos, los legitimados para hablar de violencia? La violencia en África es idéntica a la europea y su diferencia es que nosotros matamos con miras telescópicas y aviones no tripulados, y ellos, con lo que tienen a mano, piedras y machetes.
Como todos los enamorados, no veo los defectos de la persona
enamorada, solo sus virtudes.
No se habla de la lucha contra el Sida y de cómo está
saliendo adelante, del papel de las mujeres, de que en el 99 % de las veces no
es un enfermero blanco el que cura a un negro sino un enfermero negro curando a
un negro.”
Dos maestros en una escuela en construcción |
Este y otros días nos olvidamos que la gran mayoría de los africanos viven en paz y construyendo su futuro.
Anna Moya nos habló de su libro Cafe Zoo, situado en Namibia y de la importancia de escribir una historia que merece ser escrita.
Hay un secreto y ya no se puede mantener oculto: hay que contarlo y ahí el continente está lleno de historias que merecen ser contadas.
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